El cólera se apoderó de nuestros seres mortales, de nuestros sentimientos que yacen en el más profundo pozo, en todas aquellas palabras que solo fueron ecos en el viento. Como si jamás hubieran existido esas palabras que se contruyeron hace años atrás. Aún siento el frio en mis huesos por la soledad que todos me brindaron cuando estaba perdida. Aún recuerdo ese vacío aterrador que me inundaba allá donde fuera, como si esa insaciable sed de encontrar un resquicio de felicidad fuese mi única esperanza para encontrarme a mi misma.
En que nos convertimos y en que nos convirtió toda esta historia, dejé de reconocernos en ese mundo gris. En ese consumo constante encerrado en tu cárcel creyendo que eres libre de elegir, haciendote creer que tu elegistes ese camino. Intentando encajar en algo que no te llena, que tan solo ese maldito sentimiento de querer arreglarlo todo y saber que todo seguirá igual. Que rompí con todo porque no me conformo con ser una consumidora más en esta absurda sociedad que basa su felicidad en gastar, creyendo que así llenarán ese enorme vacío que todos sienten en ese mundo gris.
Que mi odio y mi ira son fruto de un corazón desgastado, de mi frustración y mi odio por todo lo que tuve que abandonar y que sé que jamás recuperaré. Que a veces se gana y otras se pierde, pero todos los caminos te señalan lo que te encontrarás en él, y tan solo tu decides si prefieres tomar ese camino o dar la vuelta y coger otro distinto.
Que me cansé de los "y si mañana" y de los "quizás algún día todo cambie de parecer", porque tan solo te hacen la falsa ilusión de que algún día cambiará, y cuando el tiempo pase rápido no esperará al mañana para hacerme ver que me equivoqué en luchar en una batalla que no era la mía.
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