Juzgamos a cada instante que pasa como si cada uno de los prejuicios se clavasen como clavos en el pecho. Los miedos juegan un papel importante en cada palabra que pensamos. Se escapa de nuestro control y nos hace creer que siempre habrá alguien mejor allí fuera que tenga todo aquello que tu nunca pudiste tener, aún deseándolo fuertemente y creyendo que eso que deseabas no es más que carencia de algo. Como si fueses tan solo una opción más de este tablero, tan insignificante que carece de valor, tan sustitutible que dejaste de creer que podrás ser especial para alguien.
Quizás sean algunas personas las que te llenan de prejuicios y te hacen creer que siempre serás una vía de escape para compensar todo aquello a lo que ellos aspiraban y nunca consiguieron, y acabaron conformándose con lo que fueron capaces de conseguir imaginándose otra vida.
Y te autoengañes creyendo que vives una falsa realidad que tu mismo te creiste para olvidar el dolor que guardas en tu interior. Creyendo que algún día tu también conseguirás a alguien que te aprecie de verdad y que luche por ti hasta el final, hasta que el último soldado caiga abatido. Pero eso...es algo que solo ocurre en los cuentos de hadas...y esos... Jamás existieron, nisiquiera en la más bonita de las historias, solo es pintar de rosa una fachada negra para ocultar todo aquello que descubrirás con el tiempo. Y aún así no se demostro nada aún con palabras en la boca y lágrimas en los ojos. Porque nos quedamos contemplando en vez de actuar sobre nuestros propios errores, haciendo trizas corazón.
Y buscando la manera de volver a juntar las piezas de mi corazón, que no sé ya cuantas veces cayó...
Quisiera poder recogerlo para jamás volver a romperlo, porque perdí el sentido de cada momento vivido y no sé ya donde buscar la razón de este sufrimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario